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10 febrero 2021

COMUNIDADES CERCADAS POR EL CULTIVO DE PALMA

En un reciente especial publicado en MONGABAY, Diego Cazar Baquero describe la alarmante situación socio-ambiental producida por una mal planificada industria de la palma aceitera en el Ecuador. El cultivo de palma africana para producción de aceite vegetal se ha extendido en nuestro país desde hace algunos años, afectando directamente a los recursos hídricos, la productividad de los suelos y a las comunidades locales. Las provincias más afectadas por este monocultivo son Esmeraldas y Los Ríos, donde el cultivo de la palma y la extracción maderera han resultado en la pérdida de entre el 48,23% y 14,01% de la superficie de bosques nativos. La industria de aceite de palma requiere abundante agua para su funcionamiento por lo que las plantaciones generalmente se asientan cerca de cuerpos de agua y terminan deteriorándolos. Por un lado, la alta demanda de agua puede afectar el funcionamiento ecosistémico de los cuerpos de agua y, por otro lado, el mal manejo de los desechos de la industria termina contaminándolos. De esta manera, un desarrollo desordenado de esta industria puede convertirse no solo en un problema ambiental, sino en una fuente de conflictos socioeconómicos que afectan a los territorios y costumbres de las comunidades locales.

Los impactos de esta explotación son especialmente graves para grupos indígenas que aún dependen del bosque para su subsistencia y provisión de agua, como los Siona y Siekopai de la Amazonía ecuatoriana. Estas comunidades han sido afectadas por la contaminación fuentes de agua como el río Shushufindi, que provee servicios ecosistémicos como agua para consumo y riego, y peces para alimentación. De igual manera, varias comunidades afro-ecuatorianas en Esmeraldas han perdido sus territorios como resultado del avance de la industria y la gente de las comunidades que han decidido no ceder ante las industrias palmicultoras se encuentran completamente cercados por cultivo de palma aceitera.

Aunque es importante reconocer el aporte económico de esta industria en el país, es crucial buscar alternativas para mitigar sus impactos sobre los ecosistemas y las comunidades. Desde el punto de vista de consumidores, debemos ser precavidos con lo que consumimos y analizar el impacto que existe detrás de cada producto para buscar alternativas. Pensar si el producto que estoy comprando es realmente indispensable. Desde el punto de vista de la industria, debería promoverse un mejor cumplimiento de las normas ambientales y la exploración de formar menos nocivas de explotación.

Lamentablemente, el aceite de palma se utiliza para elaborar una enorme variedad de productos alimenticios y cosméticos por lo que erradicar su producción por completo no es factible. Pero conocer de dónde vienen nuestros productos y como se los produce debería ser un hábito entre nosotros y es el primer paso para poder presionar como consumidores y favorecer a las industrias que muestran signos de mayor responsabilidad social y ambiental. Con cambios pequeños se empieza y es un buen momento para hacerlo.

Por: Camila Piñeiros 
Fuente: Mongabay
Créditos de fotos: Eduardo Rebolledo